Nota del Portal Derecho en Zapatillas
Por Martín Sabadini y Sergio Mohadeb
[Sergio] Trabajé en un lugar con un jefe que vociferaba: «Salgan a comer, ¡Son profesionales, no son esclavos!». Claro, pensaba, pero si a la vez me pedís completar un objetivo, puede que tengas que quedarte más tiempo. Igual resalto que alentaba el descanso que en los casos de «doble escolaridad» hasta puede ser mejor para el descanso, para ser más productivos, formar un grupo y la lista sigue. Cuando laburaba por ahí, me llevaba empanadas a la plaza de Retiro, la de la colina.

[Martín] Creo que debería estar la opción. En muchos casos hay quien prefiere comer en el escritorio, incluso frente al monitor, puede no ser lo mejor pero es como fumar…
[Sergio] Sí, pero ¿Qué pasa cuando se trabaja 8 o 9 horas? En definitiva hay una cuestión de salud involucrada, es necesaria la pausa.
[Martín] El derecho a la pausa está, por una razón de salud: necesitamos comer así como ir al baño. El punto es quién paga el tiempo de almuerzo, si la empresa o el empleado… y acá hay dos criterios, no siempre el derecho es claro. La regla básica dice que hay jornada, cuando el trabajador está a disposición del empleador «en tanto no pueda disponer de su actividad en beneficio propio.»
Si Carlos sale a almorzar, no está trabajando y ese tiempo que excede las 8 de jornada no podría ser pagada como hora extra, porque se debe descontar la hora de almuerzo. Es que los casos que llegan al poder judicial se relacionan con el cómputo de las horas extras. Así una vuelta se tuvo en cuenta que «el personal se tomaba 45 minutos diarios al mediodía para el almuerzo, y que, si bien existía un salón comedor dentro de las instalaciones de la empresa, generalmente iban a comer afuera. Dicha circunstancia pone de relieve que el tiempo destinado en beneficio propio por el trabajador, sin que existan alegaciones ni pruebas relativas a que durante ese lapso hubiere estado a disposición del empleador, no puede considerarse como integrativo de la jornada diaria de labor, razón por la que cabe deducir dicho lapso de la cantidad de tiempo computable a los fines de establecer la realización de horas extraordinarias («Fasanella, Jorge Omar vs. Meditea Electromedica S.R.L. s. Despido», Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo Sala II; 14-07-2004). Básicamente, si saliste a comer, es tiempo libre.

Si me decís que esto no te dio hambre, no sé si te creo…
[Sergio] Ahora, si el jefe llama al empleado, dícil que le pueda contestar “esperá que estoy comiendo”, aunque para mí, respetar los tiempos de descanso es fundamental. Una cosa es una urgencia, y otra algo habitual. Y tampoco es lo mismo salir a comer dos horas que 40 minutos, creo que el tiempo mínimo. Es cuestión de acordar, y por eso llega al poder judicial cuando la relación laboral terminó y el trabajador no tiene mucho que perder.
Otros jueces, como algunos de la Sala VI consideran que el «intervalo de una hora para comer debe estimarse como tiempo trabajado. En este sentido, las pausas breves que frecuentemente se otorgan para que los trabajadores tomen un refrigerio o una merienda dentro de los horarios continuados, integran la jornada de trabajo, porque el ligero descanso está previsto y reglamentado por el empleador; y estos descansos se relacionan con el mejor desempeño de la labor antes que con el provecho del dependiente.» («Sanaberon, Manuel vs. Maxiconsumo S.A. s. Diferencias de salarios», del 03/03/2010).
[Martín] Pero no pierdas de vista que en ese mismo caso, la jueza Fontana disintió para decir que como los empleados de la empresa contaban con una hora para almorzar y entiendo que esta hora no puede considerarse como tiempo trabajado, ya que el trabajador no estuvo efectivamente a disposición del empleador, sino que pudo gozar del mismo en beneficio propio.

El consejo práctico es mantener un adecuado control de las horas que se trabajan de más, si las podemos anotar día a día mucho mejor. Y en cuanto a la hora de almuerzo, si el convenio colectivo no la prevé, lo mejor es dialogar con la empresa para intentar compatibilizar las preferencias personales con las necesidades de la organización.
[Sergio] Ojo que hubo una empresa de cervezas que daba esa bebida a los empleados durante el almuerzo. Uno de ellos los demandó por fomentar su alcoholismo y ganó el juicio. ¡Ahora no lo hacen más! Buen provecho.
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